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Una vez Alejandro se subió a su Porsche, recibió un par de disparos de Fernando, a quien sin titubeos arrolló al salir. La mente del monstruo estaba nublada, su juicio y cordura estaba más perdida que nunca, no sabía a donde ir o qué hacer. Todo su mundo se desvanecía, sus riquezas, su poder, su ambición, sus deseos, placeres…su sed.

Las rejas y la frialdad de una celda lo esperaban pues tarde o temprano lo tendrían que atrapar…su vida sería una paranoica persecución y eso era lo último que quería. <No le daré el placer a nadie ni nada de controlarme y atarme como un perro. No pasaré el resto de mis días entre los barrotes de una puta cárcel. No viviré en un sitio vació de lujos, sucio y basto…no…no será así> pensó mientras avanzaba en el carro.

Unos pocos metros más adelante, Alejandro frenó en seco en plena avenida carrera 56, cerca de una iglesia. Al fondo se divisan sirenas de policía y ambulancia. Sin pensarlo dos veces tomó el arma, se cercioró que estuviera cargada, colocó el cañón cerca a su sien y disparó.

El monstruo murió inmediatamente…
El monstruo burló la justicia y se salió con la suya…
El monstruo pagó con su vida el precio de sus atroces acciones...

FIN

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